Todo el mundo sabe qué es “dar like”, de hecho es un acto tan cotidiano hoy en día como podría ser lavarse los dientes o beber agua. La gente vive conectada y lo hace la mayoría de veces para obtener la aprobación, el “like” de los demás.
Sabemos qué es, ¿pero os habéis preguntado alguna vez el por qué lo hacemos? ¿Qué nos mueve a dar like a una foto y no a otra? ¿Detrás del like se esconde solo un “me gusta esto concreto” o es una forma de construir la propia identidad y formar parte de un colectivo?
Ahora que el mundo de las redes está tan explotado, se han hecho varios estudios que demuestran que lo que más funciona dentro de las redes son las emociones, positivas o negativas, pero sobretodo intensas. Es mucho mejor la euforia que la calma.
Con esta premisa trabajan muchas marcas, medios o influencers; buscan ser virales, y conseguirlo es algo complicado cuando el usuario ha desarrollado algo parecido a una ceguera selectiva, en la que de forma sistemática y a causa de la sobreexposición a anuncios, es capaz de ignorarlos. Es por eso que hoy día solo funciona la emoción.
De aquí surge el concepto de “neuromarketing” o “neurociencia del consumidor”, que pretende desentrañar los mecanismos por los cuales los humanos prestamos atención. Analizando detalles tan minuciosos como la posición de los ojos, los estímulos de la piel o el sudor. De esta forma se han podido extraer conclusiones como que en internet se lee de manera rápida y superficial, que somos capaces de hacer clic a un anuncio en 0,1 segundos o que nos sentimos más atraídos por rostros humanos, destacando las miradas y las bocas.
Está claro que son muchos los estímulos que recibimos en internet y teniendo en cuenta que nuestra atención es limitada, aunque a día de hoy se busque captar nuestra atención mediante las emociones, ¿quién sabe con qué anzuelo conseguirán atraparnos mañana?