La tecnología del vídeo y del audiovisual ya lleva mucho tiempo en un rápido y positivo crecimiento. La iluminación y el sonido ya no lo son todo, sino que se complementan con piezas visuales que cada vez adquieren más fuerza y atracción. Nuevas formas como el mapping, el blending o la holografía han surgido en los últimos años para enriquecer aún más estos espectáculos.
De hecho, hace no tantos años las pantallas en los conciertos se colocaban con el objetivo de que la gente que estaba lejos se sintiera más cercana al escenario.
Como resultado hoy en día el vídeo ya forma parte de los espectáculos convirtiéndose en un componente enriquecedor y atractivo.
Parece que es tanto el poder de estas herramientas que las grandes marcas ya están pensando cómo hacer un uso publicitario. Independientemente del producto o servicio que estemos vendiendo, lo que todos buscamos es el impacto visual directo, hecho que se logra instantáneamente con estos medios.
Como ya hemos mencionado, algunas de las novedades más empleadas últimamente son el mapping, el blending y la holografía.
En primer lugar, el mapping es una proyección sobre una superficie o instalación real empleando proyectores que generan animaciones sobre el área en cuestión. La tecnología empleada trabaja detectando los relieves y profundidades para ajustar el haz de luz y crear un efecto de animación 3D.
En segundo lugar el blending es parecido al mapping pero éste permite combinar la fuerza de dos o más proyecciones, generando un imagen mucho más luminosa y de alta definición. Las proyecciones pueden colocarse el fila, en columna o creando una matriz.
En último lugar pero no menos importante están los hologramas. Un holograma es una fotografía hecha con láser e impresa posteriormente en una película sensible capaz de crear objetos en relieve, a veces imposibles de distinguir de la realidad.
En consecuencia, es tal la fuerza de estos elementos visuales que su impacto en el cerebro de todos los consumidores puede influir directamente en las decisiones de compra al momento.
¿Hasta dónde llegaremos? ¿Llegará un punto donde no hará falta asistir al propio espectáculo sino que podremos presenciarlo desde nuestra propia casa?
